DIVERSIFICACIÓN
DE HABLAS Y FONÉTICAS
El idioma español
en la radio
Mariano
Cebrián Herreros
Catedrático
de la Universidad Complutense de Madrid.
La radio se halla en una
mutación acelerada. Por un lado, se incrementan los cambios estructurales
de organización empresarial, de relaciones con las audiencias, de
contenidos y de tratamientos. Y por otro, se precipita la innovación
técnica que modifica los procesos comunicativos actuales y marca
nuevas vías para el futuro como la producción y difusión
digitales, la incorporación a Internet, la vinculación a
los satélites y la integración en las plataformas de comunicación.1
Son transformaciones que tienen su repercusión en la lengua
empleada por la radio.2
El idioma ha
evolucionado con mayor rapidez por vía oral que escrita. Ahora bien,
la radio es un medio que ha servido de freno de algunos fenómenos
lingüísticos y a la vez de impulso de otros nuevos. Ha frenado
determinadas evoluciones por la reiteración de las palabras con
una pronunciación similar aunque con algunas variantes fonéticas.
La radio ha impulsado el uso popular de un vocabulario restringido a determinados
sectores. Ha divulgado un léxico económico, político,
deportivo, técnico. En unos casos con el significado recto y en
otros con usos figurados y metafóricos aplicados a otras realidades.
Para analizar
el idioma de la radio no podemos quedarnos sólo en la corrección
o incorrección del léxico empleado. El idioma es mucho más.
Es léxico, pero también morfosintaxis, semántica,
fonética. Y de todo ello la radio resalta, como elemento específico,
la fonética. La radio se expresa exclusivamente mediante la realización
del habla en sonidos. La radio es una congregación de fonéticas.
Transformaciones radiofónicas
y sus repercusiones idiomáticas
¿Se habla correctamente
en la radio? Es una pregunta difícil y compleja de contestar. Ante
todo habría que establecer previamente el modelo idiomático
para discernir entre las hablas que se ajustan y las que divergen del mismo.
Partiendo de la base de que pudiera fijarse tal modelo ideal, estaríamos
ante dos opciones metodológicas de medición. Por una parte,
la de la metodología del caso, la de los analistas “cazagazapos”
dedicados a detectar y resaltar sólo la cantidad de errores cometidos.
Por otra parte, la de la metodología más global que plantea
el examen dentro de un período de tiempo determinado y trata de
apreciar las divergencias o errores cometidos durante el mismo.
Los resultados varían
enormemente por el uso de una metodología u otra. La del “cazagazapos”
acumula los errores sin los contextos ni condicionantes de cada uso idiomático3;
sin embargo, la del analista global, al situar las incorrecciones junto
a las correcciones, encuentra una divergencia porcentual muy baja.4
Hay una segunda cuestión.
Se habla de la radio como si fuera algo homogéneo. La radio se ha
multiplicado por cientos de emisoras, se ha concentrado en cadenas, se
ha diversificado por territorios y ha incrementado sus contenidos generales
y especializados. Cada emisora refleja y presenta una variante de usos
idiomáticos. Es preciso hablar de las radios y de la realización
del habla que cada una presenta.
Las emisoras como comunidades
virtuales
de hablantes
Cada emisora se convierte
en una comunidad virtual del idioma: una comunidad que integra a múltiples
usuarios, cada uno situado en un lugar y en contextos diferentes. Se habla
de una comunidad virtual en cuanto se conjuga tal variedad de usos y de
personas que no responde a una comunidad realmente existente; sólo
emerge en las ondas radiofónicas. En una comunidad real, especialmente
en las de localidades pequeñas y con cierta homogeneidad, hay un
habla similar. En la radio, por el contrario, aunque se trate de una emisora
local pequeña, además del habla local aparecen otras procedentes
del exterior como las de los protagonistas y testigos de los hechos, la
de los corresponsales, locutores y presentadores de la cadena a la que
pertenece tal emisora.
Se trata de
una comunidad virtual, pero no de un idioma artificial. No es un idioma
inventado para estos usos sino un idioma integrado por hablas pertenecientes
a diversos grupos sociales y a hablantes particulares. No existe un modelo
radiofónico idiomático único, sino tantos como emisoras.
La cuestión radica en apreciar las convergencias y divergencias
de unas y otras, y contrastarlas con el hipotético modelo idiomático
general para detectar los distanciamientos respecto del mismo.
Multiplicación
de canales, fragmentación de audiencias, variedad de usos idiomáticos
La radio actual sigue el
proceso de multiplicación de emisoras. La diversidad de usos idiomáticos
de la radio se acrecienta por la tendencia a la multiplicación de
canales por cada uno de los sistemas de difusión: onda hertziana,
por cable y por satélite. Si hasta hace poco tiempo el reducido
espectro radioeléctrico y la estrechez de transpondedores y cables
limitaba el número de emisoras, la incorporación de la digitalización
y de la compresión de señal a las tres modalidades de difusión
abre el camino a la ampliación de canales cada vez más creciente.
Tal fenómeno lleva consigo el incremento de usos idiomáticos
según las peculiaridades de cada emisora.
La radio actual mantiene
una fuerte influencia en los hablantes por su penetración social
relevante tanto por el número de emisoras como por la audiencia
a la que llega.
Desde el punto de vista
empresarial, se tiende a la organización en grandes cadenas; sin
embargo, se mantienen las desconexiones por ámbitos regionales y
locales. Eso supone la combinación de la homogeneización
del idioma dentro de la cadena con la diversificación por territorios
regionales y, dentro de éstos, por ámbitos locales, cada
uno con sus correspondientes peculiaridades idiomáticas. El radioyente
de cada emisora se expone al habla local, al habla variada de las regiones
y al habla de la cobertura nacional de la cadena. Hay unas confluencias
y unas yuxtaposiciones de hablas. Esto permite contrastar unos usos con
otros y además generar influencias recíprocas.
La multiplicación
de emisoras ha desencadenado la fragmentación de audiencias. Frente
a las cadenas que hace unos quince años podían acumular en
algunos de sus programas varios millones de oyentes, es decir, un número
elevado de personas que recibían la misma habla, en la actualidad
la fragmentación rompe el espejo idiomático y lo multiplica
en diversidad de trozos; cada grupo de hablantes se ve en su propio fragmento
y pierde la referencia del común.
La concentración
de emisoras en cadenas tiene una evolución mayor hacia la integración
de la radio en los grupos de multimedios. Se trata de empresas que recogen
la información y el habla por una vía y las explotan por
diversos medios. El mensaje, las voces o declaraciones se diversifican
y multiplican por varios canales: televisión, radio, prensa. La
televisión ofrece la imagen y la voz de la persona que testimonia
lo que ha vivido o ha presenciado; la radio selecciona sólo la voz,
los rasgos fonéticos de cada hablante, con su correspondiente contexto
sonoro y elimina el contexto visual; la prensa efectúa una transcripción
escrita. Se produce una multiexplotación idiomática en la
que cada medio interviene con sus correspondientes peculiaridades.
Diversificación
territorial: los adstratos virtuales
La radio se ha diversificado
por territorios. Junto a la radio de cobertura nacional y regional se desarrollan
la radio internacional y local.
La radio exterior de cada
país sobrepasa las fronteras. Hasta hace poco lo hacía mediante
ondas cortas y ahora por satélite y por Internet. Radio Exterior
de España, por ejemplo, es plataforma de la difusión del
español: conecta a los españoles en el extranjero, cubre
el mundo hispanohablante y apoya el aprendizaje de otros potenciales hablantes
extranjeros. La internacionalización del idioma por la radio abre
nuevas relaciones de adstratos entre unos idiomas y otros hasta contagiarse
mutuamente.
La radio local fomenta el
encuentro de los oyentes del mismo territorio. Se abre al coloquio, a la
discusión, al diálogo comunitario. La radio es el lugar de
confluencias de las hablas del pueblo y donde se contrastan unas con otras.
La radio actúa de homogeneización del habla local; el uso
de la fonética ajena de algunos de los presentadores sorprende a
la audiencia local, lo mismo que una fonética local acentuada choca
cuando aparece en una cadena de cobertura nacional.
La radio refleja la diversidad
de hablas según la comunidad donde está ubicada e integra
las hablas de otros lugares. Existe un intercambio copioso de influencias.
Es reflejo del habla local propia, difusora de la misma hacia otros territorios
y culturas y además aproxima las hablas de otras comunidades lejanas.
Con la radio se rompen los espacios idiomáticos físicos y
se crea un ámbito original. Cada habla se vincula con otras independientemente
de las distancias. Se genera una influencia entre los idiomas hablados
por la presencia de corresponsales, centros regionales y emisoras de la
cadena ubicadas en cada región. Hay un trasvase recíproco
de términos y giros; el fenómeno se refiere especialmente
a los nombres de lugares, de personas, de instituciones y a veces de algunas
realidades. Es el fenómeno de los adstratos virtuales como ocurre
también con la televisión.5
El idioma oral establecía
tradicionalmente unos adstratos con las zonas limítrofes físicas
de cada territorio donde se hablara. Siempre ha habido influencias recíprocas
entre las formas de hablar de comunidades próximas bien de idiomas
diferentes o bien dentro del mismo idioma con fonéticas diversas.
Con la radio tales influencias
se hacen inmediatas y se producen de manera simultánea. Se crean
unos espacios virtuales idiomáticos que sólo emergen cuando
fluye la comunicación entre la emisora y sus receptores. Es un espacio
en el que se genera un idioma peculiar y en el que se mezclan los usos
especiales y técnicos con los vulgares y los literarios; todo ello
le llega a un oyente que a su vez se ve implicado en un espacio real de
idioma que entra a veces en contradicción con el que recibe de la
emisora.
Flexibilidad idiomática
según los contenidos
La radio no ofrece un habla
común e idéntica sino múltiples adaptaciones a los
diversos contenidos que transmite tanto en las emisoras generalistas como
en las especializadas. La radio se adecua en cada caso a los diferentes
públicos. En la radio generalista se desarrolla un idioma de uso
común. En la radio temática se adopta un vocabulario según
los conocimientos y dominios de cada sector de público. Los extranjerismos
descartados de la radio generalista tienen su entrada, por su capacidad
de designación técnica, en la radio especializada. Dentro
de este planteamiento sobresalen algunos usos idiomáticos:
a) Reflejo del habla de
la calle en los programas de participación de la audiencia como
los coloquiales y los magazines. La radio se convierte en altavoz de los
diversos usos sociales del idioma. Todos ellos entran en una situación
de adaptaciones o de imposiciones a las hablas de los demás. Las
divergencias se producen por la aproximación de la radio a los múltiples
grupos y tribus sociales, cada uno de ellos con sus propias jergas y modos
de hablar. La radio recoge tales hablas y las difunde. La radio trata de
aproximarse e imitar su lenguaje; se eligen presentadores que vinculen
su habla a la de los destinatarios y que asuman el vocabulario, giros y
fonética de éstos como forma de entablar una comunicación
fluida y eficaz. También se adapta a los grupos de especialistas,
expertos y técnicos en diversas materias que trabajan con otros
vocablos: emisoras especializadas en economía o salud que utilizan
un léxico específico y programas deportivos que salpican
de tecnicismos cada uno de los diversos juegos. La radio es la desembocadura
del habla común y de las especiales, de las técnicas, de
las jergas y del argot. Unas veces confluyen en el mismo programa y otras
en programas diferentes, pero todas están presentes en las antenas.
La radio las recoge y además, para aproximar y atraer a sus destinatarios,
las incorpora al vocabulario de los presentadores.
b) En los programas informativos
se observan dos tendencias. La primera se refiere a la presencia de un
idioma especial empleado exclusivamente por los informadores: un lenguaje
que no se encuentra en ningún otro lugar y que es resultado de las
influencias de expertos en diversas materias: políticos, economistas,
abogados, jueces, etcétera, y de las imitaciones y contagios recíprocos
de los propios periodistas. La segunda tendencia se refiere a la intensa
influencia de las agencias y demás medios informativos que están
creando un vocabulario y unas estructuras morfosintácticas similares
en idiomas diferentes como se aprecia, por ejemplo, al comparar los relatos
del periodismo en francés con los del periodismo en español.
c) En los programas deportivos
se crea una fonética rítmica especial y diferente del habla
normal; es una creación artificial similar a la desarrollada en
otros países. Se crea, además, un vocabulario peculiar por
algunos profesionales, así como una ruptura de la fonética
y acentuación de las palabras para inventar otra acentuación
extraña al castellano.
d) En los programas musicales
la figura del disc-jockey aporta variantes fonéticas particulares
y da entrada amplia a vocablos y jergas expresivas anglosajonas. La radio
provoca el diálogo con los jóvenes con lo cual se incorpora
también el argot juvenil.
e) En los programas nocturnos
se muestra la flexibilidad intimista de las palabras y de los sonidos con
una entonación cercana al susurro entre presentadores y oyentes
que utilizan la radio como un confesionario de sentimientos, frustraciones,
anhelos e imaginación.
f) La lengua de la publicidad
radiofónica distorsiona la palabra para exprimir su jugo de significados
y búsqueda de recursos fonéticos expresivos como las aliteraciones,
retruécanos y metáforas sonoras.
g) En gran parte de los
países hispanohablantes ha desaparecido la radio creadora de dramas:
han muerto los seriales, el radioteatro, los cuentos sonorizados y otras
producciones literarias. Con ello se han perdido las dimensiones creativas
de la palabra oral y la riqueza idiomática que dio sustento durante
muchos años a las emisiones.
Fonéticas y ritmos
entonacionales radiofónicos
La radio resalta
las diferencias fonéticas de los hablantes. Cuando se lee a escritores
y periodistas de cualquiera de los países de la comunidad hispana,
las palabras son reconocidas, no chocan, se ajustan a un modelo más
o menos común, salvo en aquellos términos y giros sintácticos
regionales vinculados a culturas particulares. Cuando realmente estallan
las diferencias es en la realización fonética del idioma.
Las entonaciones resaltan las diferencias entre países y regiones,
en unos casos por los sustratos, en otros por los adstratos y en los más
por las peculiaridades establecidas dentro de cada comunidad. Gracias a
la fonética cada hablante se muestra con una identidad específica.
La fonética genera la imagen acústica de cada hablante mediante
la cual el oyente puede diferenciar unas personalidades de otras.
La radio presenta
una fonética peculiar. La competitividad entre las emisoras ha conducido
a una diversidad de estilos fonéticos, a generar espectáculos
sonoros. Los diversos tipos de programas han creado unas estructuras fonéticas
características de tal manera que un oyente desconocedor del idioma
puede reconocer si se trata de una información, de una transmisión
deportiva, de un concurso o de la presentación de un disco simplemente
por los ritmos y entonaciones de los presentadores. El zapeo por el dial
permite detectar el tipo de programa aunque la emisión se efectúe
en ruso, chino o árabe.
El idioma se
enriquece de múltiples registros sonoros de palabras y otros rasgos
paralingüísticos y fonéticos. La palabra adquiere unas
connotaciones que van más allá de sus significados específicos
para integrarse en un relato fonético. Se ha generado una fonética
artificial que marca y diferencia el relato de cada contenido. Hay pasajes
de relato deportivo que se convierten en sonido de ópera en boca
de algunos locutores. El cante del gol, los suspiros, los ¡¡¡ufff!!!,
etcétera, generan una expresividad enriquecedora del idioma que
no se da en otro medio. Todo ello crea un espectáculo sonoro a partir
de la palabra oral combinada a su vez con los sonidos de griterío
del público y demás rasgos fonéticos que la radio
recoge e integra en su relato como componentes propios de la realidad,
aunque lógicamente tamizados por los recursos y tratamientos técnicos
y según los distintos planos sonoros.
Multiplicación
de estilos
El idioma usado en la radio
no es único. Hay diversidad de enfoques y estilos. Cada emisora
trata de desarrollar su identidad corporativa mediante los productos, en
este caso, sonoros. El estilo se define por la calidad de los sonidos,
por la organización e interacción de los mismos, por las
voces elegidas y además por los fonotipos, indicativos, presencia
del locutor de continuidad para los avisos, interrupciones...
Hay una segunda variante
de estilo que corresponde a cada uno de los equipos de programas. Cada
programa, dentro del mismo o diferente género, tiene su particular
organización, ritmo y habla: se diferencia por las voces, por las
entonaciones, por la intencionalidad informativa o espectacular y por el
matiz que se quiere dar a cada palabra. Emerge una riqueza plural del idioma.
Dentro de los elementos
comunes de estilo de un equipo se desarrolla, además, el estilo
particular de cada profesional con su timbre de voz, forma de hablar, cadencia
expositiva y riqueza y dominio idiomáticos.
Tendencias de las nuevas
radios
La radio ha emprendido nuevos
derroteros para la expansión del idioma. Me referiré en particular
a varios fenómenos de nuestros días y que apuntan una orientación
futura: radio digital, radio por Internet, radio por satélite, radio
en la acumulación multimediática en plataformas de comunicación
y radio interactiva.
Incremento de la complejidad
idiomática radiofónica por los cambios en la producción
La informatización
y digitalización han entrado en los procesos de producción
y de postproducción. Gracias a la digitalización se transforman
las características de intensidad, tono y timbre de los sonidos;
se aceleran o ralentizan los ritmos expositivos, se suavizan o borran los
ruidos, se perfeccionan las fonéticas naturales y se generan otros
sonidos nuevos. Emerge todo un conjunto de recursos para crear un universo
acústico artificial.
La técnica
digital ha propiciado los equipos codificadores de voz para convertir las
señales analógicas en digitales y viceversa y con ello la
difusión por nuevos canales de comunicación. Se han desarrollado
los convertidores de texto en voz y los equipos de reconocimiento de voz
para convertir la palabra humana en textos de manera automática
así como para traducciones. Todo ello fomenta el apogeo de una industria
idiomática con un mercado cada vez más amplio.
La incorporación
de los ordenadores a las redacciones acrecienta las posibilidades en los
tratamientos de textos y en la adecuación de las estructuras expositivas
a la velocidad adecuada de los informadores.
Difusión por ondas
hertzianas: contagios idiomáticos
La radio tradicional difundida
por ondas hertzianas sigue registrando diversidad de usos idiomáticos.
Las emisoras de onda media y de frecuencia modulada, ceñidas a coberturas
nacionales, regionales y locales, ofrecen los usos de las hablas respectivas;
son reflejo del habla nacional, regional y local y además del habla
de los profesionales con todo tipo de influencias mutuas: de los profesionales
en los oyentes y de la comunidad hablante del entorno en los profesionales.
Se generan igualmente influencias recíprocas entre los usos idiomáticos
locales. La radio sirve para expandir y mantener el idioma en entornos
complejos de otras hablas como sucede con las emisoras hispanoparlantes
de Estados Unidos.
La radio hacia el exterior
mediante onda corta, explotada generalmente por algún organismo
estatal –en España por Radio Nacional de España–, apoyada
y en algunos casos sustituida por los satélites, expande el idioma
a otros países del mismo o diferente idioma; además, el país
emisor difunde programas en otros idiomas para llevar su visión
del mundo o propaganda del país.
De ese modo cada localidad,
cada país, se halla en una situación de encrucijada idiomática:
emite hacia el exterior en su propio idioma o en otros y a su vez recibe
programas del exterior de otras localidades y países en el mismo
u otros idiomas. El oyente puede optar por unos u otros, y está
sometido al adstrato virtual radiofónico.
La digitalización
y la compresión de señal amparan el incremento de canales
y el empleo de varios para ofrecer el mismo mensaje. La técnica
del multicanal apoya la posibilidad de la diversidad de locutores, cada
uno por canal diferente; la técnica dual permite ofrecer un canal
con la voz en el idioma original y otro canal con la traducción
o la voz de otro narrador.
El sistema RDS (Radio
Data System) aporta nuevas dimensiones idiomáticas en la recepción.
Al habla se une, en paralelo, la escritura con otros mensajes. Se trata
de una escritura peculiar sometida al tamaño reducido de la pantalla
y que obliga a unas estructuras idiomáticas precisas: frases simples,
palabras en solitario, identificación de la emisora, etcétera.
Es una escritura que en algunos casos, para reclamar la atención
del usuario, se hace móvil y recorre la minipantalla de un extremo
a otro.
Radio por Internet: radionavegantes
idiomáticos hiperfónicos e hipertextuales
La radio se
universaliza mediante la red de redes. Una radio local mexicana, argentina
o española puede ser escuchada en California y viceversa. Se rompen
los espacios físicos y se entra en una realidad de comunicación
a distancia. Hasta ahora, Internet ha sido utilizada como un soporte más
de la radio concebida de manera tradicional, es decir, como medio de difusión
con algunos diálogos incorporados por vía telefónica.
No obstante, se han iniciado experiencias de emisión exclusivamente
por Internet; es el caso de Radio Cable que emite en castellano con subtítulos
en inglés.
Internet abre el camino
a una nueva radio de intercomunicación oral y sonora entre los usuarios
en la que se desarrolla el modelo emirec (emisor-receptor) con su complejidad
en el que se pierde la hegemonía del emisor frente al receptor y
se genera una situación de igualdad entre los hablantes. Esta comunicación
interactiva por Internet recupera, por vía técnica, el modelo
de comunicación oral interpersonal. No es sólo comunicación
telefónica sino comunicación de intercambios sonoros y visuales
entre usuarios; es una frontera nueva de interacciones idiomáticas
entre los hablantes de una lengua, los aprendices de la misma y los de
otras lenguas.
La experimentación
de la radio en Internet da origen a la combinación de la emisión
sonora con la difusión simultánea de otras informaciones
escritas sobre lo que se oye, sobre el autor y sobre otros programas. Es
una integración multimediática que va más allá
de la tradicional audiovisión puesto que en este caso se promueve
la interactividad y se modifican las relaciones entre los usuarios. Se
trata de una interrelación de sonido y escritura que ya no depende
del emisor como ocurría en los tradicionales relatos visuales-escritos,
sino del usuario; en algunas experiencias se admite que el usuario pueda
enviar mensajes sobre sus preferencias, opiniones y preguntas al emisor.
Esto se realiza generalmente en tiempo diferido, pero se intenta también
realizar el diálogo escrito en tiempo real.
Nacen los radionavegantes
idiomáticos hiperfónicos e hipertextuales. Se trata de unos
usuarios que pasan de unas emisoras a otras, que interrelacionan los sonidos
y que tratan de asociar los textos radiodifundidos entre sí y con
otros sonidos. Estas operaciones se ejecutan en español o en otros
idiomas, lo cual propicia situaciones de combinaciones y mezclas idiomáticas
que habrá que seguir de cerca para apreciar sus repercusiones en
los nuevos adstratos que generan.
Radio por satélite:
nuevos adstratos
Con el satélite
la radio se universaliza por el espacio, amplía y supera las coberturas
de las ondas cortas y genera unas penetraciones idiomáticas en otras
culturas del mismo u otros idiomas, además de ampliar y hacer más
complejas las relaciones de los adstratos virtuales.
También en
este caso se desarrollan experiencias de combinación de la expresión
con imágenes como ocurre con la información sobre el tiempo.
El oyente recibe la información oral mientras observa en su minipantalla,
por ejemplo, un mapa enviado por Meteosat.
Radio integrada en las
plataformas de comunicación: la palabra multimediática
Con la proliferación
de las plataformas de comunicación, la radio se integra en un conjunto
de ofertas multimediáticas: canales de televisión, canales
de vIdeo, canales musicales, canales de valor añadido, canales interactivos,
etcétera. Junto al fenómeno de la concentración de
empresas en un grupo de multimedios, en este caso se genera, además,
la oferta multimediática de manera simultánea y en algunas
situaciones interrelacionada. Así ocurre, por ejemplo, cuando en
un mismo producto audiovisual –película, documental, transmisión
en directo de un acontecimiento deportivo o político– se difunde
por un canal la señal visual y por otros canales las señales
de audio en diversos idiomas; cada usuario tiene la posibilidad de elegir
el idioma que más le interese: el materno, el extranjero u otro
de aprendizaje. A su vez, la palabra oral se ve duplicada en algunos casos
por la palabra escrita en pantalla en el mismo u otro idioma.
La radio puede tener autonomía
o estar combinada con las ofertas de otros medios. El habla entra en un
sistema de interrelaciones de los canales de audio en el mismo o diferentes
idiomas y además con otros sistemas expresivos. Es la máxima
confluencia secuencial y simultánea de vinculaciones idiomáticas
procedente de cualquier canal. El usuario podrá recibir e interactuar
en los terminales multimediáticos que disponen a su vez de capacidad
para desarrollar varias funciones, interrelaciones e integraciones de sistemas
expresivos orales y escritos junto a otros visuales y audiovisuales.
Hacia la interactividad
oral y escrita
La interactividad
abre vías para generar nuevas estructuras narrativas orales y escritas:
participación de los oyentes en la construcción de relatos,
opción por dos o más desarrollos según los gustos
del usuario, relatos impulsados por diversos autores, etcétera.
Se produce una interacción de las hablas y escrituras profesionales
con las populares y las especiales y técnicas.
Conclusión: necesidad
de formación y dominio idiomáticos
Las transformaciones estructurales
y técnicas de la radio y sus repercusiones idiomáticas requieren
nuevas exigencias de formación de los profesionales, especialmente
de informadores, locutores, presentadores, guionistas, traductores. Una
formación desdoblada en dos exigencias:
a) Exigencia de dominio
del idioma como herramienta de trabajo. El profesional radiofónico
no lo es sólo del contenido sobre el que trabaja y de la técnica
o equipos técnicos que tiene que emplear, sino también de
la expresión sonora y en particular de la oral. El radiofonista
necesita un dominio del idioma escrito y sobre todo del oral; hay programas
que permiten escribir un texto para luego leerlo en voz alta, pero otros
exigen una capacidad de improvisación de relato; la radio ha tenido
siempre su fuerza en las transmisiones en directo; el radiofonista tiene
que disponer de una capacidad y destreza en el uso del idioma coloquial
correcto, creativo y provocativo de imágenes acústicas en
el oyente para propiciar una comunicación oral atractiva.
b) Necesidad de formación
para la ejecución de una fonética inteligible, variada y
rítmica según cada uno de los contenidos. El radiofonista
es un profesional de la voz. La radio ha relegado la figura del locutor
profesional en beneficio de los profesionales dominadores de los contenidos
y de los creadores de programas; con ello se ha ganado en la matización
y tratamiento de los mismos, pero se ha perdido enormemente en la riqueza
de las voces y de las matizaciones fonéticas; es un recurso que
la radio del futuro no debería abandonar. Desde la perspectiva de
la defensa idiomática debería ser una de las exigencias de
selección de profesionales, especialmente en el sector público,
como instrumento educativo y cultural de la sociedad. No se trata de imponer
un modelo determinado, sino de presentar las diversas realizaciones fonéticas
mediante profesionales representativos de las mismas.
La radio se ha constituido
en un medio imprescindible para la preservación y transmisión
del patrimonio oral y sonoro de cada sociedad. El fomento de la riqueza
léxica, morfosintáctica y fonética deberá ser
uno de los elementos de mayor nivel y exigencia en la radio por ser lo
que marca la idiosincrasia de cada comunidad hablante y lo que plasma parte
de la memoria histórica y cultural de los pueblos.
NOTAS
1)Véase un análisis
amplio de este desarrollo en Cebrian Herreros, Mariano: Información
radiofónica. Mediación técnica, tratamiento y programación.
Síntesis, Madrid, 1995.
2) Para un enfoque más
amplio de estas relaciones, aunque referidas a la televisión, pero
aplicables también a la radio, véase una aportación
mía anterior: “El lenguaje informativo de la televisión”,
en AA.VV.: Primera reunión de Academias de la Lengua Española
sobre el lenguaje y los medios de comunicación (Octubre de 1985).
Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua
Española, Madrid, 1987, págs. 45-60.
3) Véase una aportación
de esta corriente referida a la televisión en la obra de Fontanillo,
Enrique y Riesco, María Isabel: Teleperversión de la lengua.
Anthropos Editorial del Hombre, Barcelona, 1990.
4) Así se aprecia
en la investigación desarrollada por un equipo de lingüistas
dirigido por Raúl Ávila, cuya síntesis se presentó
en el Primer Congreso Internacional de la Lengua Española: La
lengua y los medios de comunicación. Zacatecas, 7-11 de abril
de 1997. Véase en particular la ponencia de este autor: “Televisión
internacional, lengua internacional”.
5) Véase un desarrollo
más amplio de este enfoque en la ponencia que presenté en
el Primer Congreso Internacional de la Lengua, op. cit., con el
título: “La lengua de la información televisiva. Nuevos territorios
del español”.
6) Véase a este respecto
el informe: La lengua española en las autopistas de la información.
Informe sobre el español en el entorno multimedia. Fundesco,
Madrid, 1996. |