| Manuel
BuendÃa es ya un sÃmbolo dentroÂ
del periodismo mexicano. Su quehacer meticuloso,Â
informado, claro  y revelador, lo convirtióÂ
en uno de los columnistas más leÃdos
de su tiempo. Al asesinato que lo victimó
-una ejecución, como apuntara en su momentoÂ
Héctor Aguilar CamÃn- siguió unaÂ
poderosa movilización de la opinión
pública en demanda del esclarecimiento cabal de los hechos, demanda
que se ha convertido en una de las banderasÂ
de amplios sectores de nuestra sociedad que hoy exigen nuevas formas
de convivencia, la vigorización deÂ
los ideales democráticos que dieron vidaÂ
a la Nación mexicana, el respeto a lasÂ
leyes y el imperio de la justicia,Â
el destierro de la impunidad criminal y el ejercicio
de un periodismo que sirva a las causas populares antes que a los
intereses particulares. A BuendÃa loÂ
asesinaron  para acallar su voz, pero el hecho de que
su obra permanezca y siga leyéndose significa, entre otras
muchas cosas, que no es momentáneo o pasajero
el periodismo confeccionado a partir de un profundo compromiso
social. Junto al de Manuel BuendÃa, los nombres de casi una treintena
de informadores asesinados en los pasados cinco años y medio
-conforme a un documento hecho público porÂ
la Unión de  Periodistas Democráticos
(UPD)- está inscritos en una relaciónÂ
de pendientes que deben ser esclarecidos por laÂ
autoridad judicial. La respuesta oficial al documento de la UPDÂ dijo
que la mayorÃa de esas muertes fueron ajenas al ejercicio
periodÃstico, pero tal aseveración, por el hecho de queÂ
la mayorÃa de los homicidios continúan investigándose,
es hoy inaceptable. En el caso BuendÃa hubieronÂ
de transcurrir casi cuatro  años para Â
que se  montara un  aparato investigadorÂ
de  excepción  ...que  tampoco Â
ha  dado resultados. En todos los demás salvoÂ
doce hasta donde se tiene conocimiento, la impunidad criminal es
la nota. Sobre el significado de la obra de BuendÃa,
y el vacÃo dejado por su desaparición, el doctor
en Ciencia PolÃtica Luis Javier Garrido, articulistaÂ
del diario LaÂ
Jornada, formuló; las reflexiones  queÂ
reproducimos durante  la presentación del Â
libro Instantáneas  del poder Â
-una recopilación de artÃculos de MB- el pasado dÃa
10 de junio.Â
Expreso
ante todo mi agradecimiento a la FundaciónÂ
Manuel BuendÃa por la invitación a reflexionar un poco sobre
la obra de BuendÃa.Â
El
dÃa en que un historiador recuerde lo que
ha sido la historia del régimen polÃtico priÃsta,
seguramente subrayar un factor fundamental que caracteriza
a estos casi sesenta años de hegemonÃa deÂ
un partido en la vida de México. Este rasgo ser probablemente
el de la impunidad: desde el 10 de junio de 1971, 17Â
años del crimen del jueves de Corpus, un crimen impune;
desde el 30 de mayo de 1984, más de cuatro
años del crimen de Manuel BuendÃa, otro crimen impune.Â
Debo
confesar que yo llegué tarde a la lectura
de Manuel BuendÃa. La razón es que yo vivÃa
fuera de México y en uno de mis viajes a la capital, algún
amigo me platicó de BuendÃa. Yo desde luego desconocÃaÂ
a ese periodista forjado en La Prensa y en otros
periódicos, y que se habÃa convertido muy rápidamente,
a finales de la década de los setenta, en una
verdadera institución pública en México.Â
Y
digo institución sin carácter peyorativo. ManuelÂ
BuendÃa fue para los ciudadanos mexicanos de finales de los setenta
y principios de los ochenta, un amigo de todos los dÃas, y dejó
escritas esas columnas que llenaron los desayunosÂ
y las mañanas de todos aquellos que estaban
preocupados por el porvenir nacional.Â
Yo
particularmente recuerdo que en cada viaje que hacÃaÂ
a México, compraba con avidez el Excélsior todas
las mañanas, para leer, como todos los mexicanos, la
columna de BuendÃa, quien nos ha dejado ese gran vacÃoÂ
a todos los lectores de periódicos mexicanos. AsÃÂ
es que, de alguna manera, lo llenamos con
estos libros excelentes que nos está dando la
Fundación Manuel BuendÃa.Â
Quisiera
citar un poco a BuendÃa en el contexto de lo que ha sido la
historia de la prensa mexicana.Â
Tal
historia de la prensa es la de una serie de relaciones
conflictivas con el poder público. Lo que caracterizó
a la prensa mexicana después de 1917 fue un papel de subordinación
al poder público que aceptaron los periodistas, toleraron los lectores
y auspiciaron los poderes nacionales, regionales y locales,
de tal suerte que a lo largo de las décadas se fue forjando
en nuestro paÃs una prensa que fue, ante todo,Â
un instrumento del poder público.Â
Si
quisiera plantear de manera realista lo que han sido los periódicosÂ
de México, dirÃa que, en loÂ
esencial,  han reflejado los intereses del gobierno y no los
intereses de la sociedad.Â
En
los últimos 30 años, muchos espacios de libertad
se han abierto en la prensa mexicana; los más bellos a nivelÂ
local, algunos a nivel nacional, y en este México de 1988,
hay sin duda muchos periodistas y muchosÂ
órganos de prensa que pretenden reflejar más
a la sociedad, a sus problemas y a sus intereses, que al EstadoÂ
y a los intereses de quienes gobiernan a
México.Â
En
la visión de los intelectuales mexicanos
de los años cuarenta a los sesenta fue dominanteÂ
la idea de que para transformar a  MéxicoÂ
habÃa  que promover  una Â
prensa favorecedora del poder público, sometida a las instituciones
polÃticas, que fuese fiel a los gobernantes, e hicieseÂ
una ligera crÃtica de lo que acontecÃa
en el paÃs. Entre la prensa tradicional sometida
al Estado y la prensa que vemos aparecer hoy, comprometida
con la sociedad, hay un perÃodo de transición que seÂ
da precisamente en esa década de los
setenta, y en la cual, me atrevo a sugerir,
uno de los pilares fundamentales fue precisamente Manuel BuendÃa.Â
BuendÃa
entendió a finales de los setenta que era menester en México
otro tipo de periodismo, que si bien estuvieraÂ
de alguna manera comprometido con el poder público,Â
o con lo mejor del poder público mexicano, tendrÃa
que ser un canal de comunicación entre quienesÂ
gobiernan y la población, y expresar también
a la sociedad y no solamente al Estado. Una prensa que buscase civilizar
a los gobernantes por la vÃa del diálogo, haciendo denuncias
de los excesos del poder público, aunque a fin de cuentas permaneciera
siempre fiel al sistema y a sus instituciones.Â
En
el libro que hoy se presenta, el periodista Oscar Hinojosa nos recuerda
cómo en sus textos BuendÃa guardó siempreÂ
una posición de lealtad a los hombres que gobiernan a México.Â
De los distintos PRI, dice Oscar Hinojosa BuendÃa favorecióÂ
al menos peor. Fue partidario con exceso -remarca el periodista- de la
institución presidencial. Trató a lo que consideróÂ
lo mejor del régimen y desde esa posición buscóÂ
influir a la sociedad para que ponderase sus actitudes; creo
que ese fue el papel fundamental de BuendÃa.Â
Alguna
vez me he preguntado: si don Manuel viviera el dÃa de hoy,
qué escribirÃa? Y estoy seguro de queÂ
sus columnas serÃan muy distintas a lasÂ
de finales de los setenta y principios deÂ
los ochenta. Creo que serÃa muchoÂ
menos condescendiente con los gobernantes, y estarÃa sin duda mucho
más comprometido con la sociedad. La prensa
que se está abriendo en MéxicoÂ
a nivel local y nacional no serÃa
explicable sin figuras como la de Manuel BuendÃa.Â
Qué
rasgos caracterizaron a su estilo de hacer periodismo? Si algo
distingue a sus columnas es su autenticidad. En ellas está claro,
diáfano, transparente, el otro Manuel BuendÃa;
con toda su profunda sensibilidad de amor a México, con toda
su vocación nacionalista, con todo su compromisoÂ
con las mejores causas del pueblo mexicano. Si algo loÂ
caracterizó serÃa probablemente el haber sido, aÂ
finales del siglo XX, uno de esos hombres puros,
liberales, como aquellos que hicieron en la generaciónÂ
de la Reforma una de las mejores epopeyas de la historia de
México.Â
BuendÃa
prestigió desde luego lo que es el géneroÂ
de la columna periodÃstica en México.Â
Las columnas periodÃsticas habÃan sido, y lo siguenÂ
siendo en muchos periódicos que se publican en la ciudad
de México, columnas de chismes, que cuentan anécdotas,
que especulan sobre los problemas internos del partido gobernante,Â
que a fin de cuentas legitiman la antidemocracia yÂ
todas las demás practicas aberrantes del sistema Â
polÃtico  mexicano.  Columnas Â
en  las  cuales sistemáticamente se desacreditaÂ
a la oposición, y se busca ocultar los problemas
de México, al elogiar las supuestas virtudes de
quienes gobiernan y esconder la realidad de lo que pasa
en la alta burocracia polÃtica.Â
AÂ
pesar de haber sido BuendÃa unÂ
hombre leal a  las instituciones y al Estado mexicano,
a pesar de tratar de ser objetivo y ponderado, sus InstantáneasÂ
del poder son, me parece, suficientemente crudas como para
hacer el retrato de una antologÃa priÃsta queÂ
mucho nos aterra cuando leemos cuáles sonÂ
los comportamientos de todos estos polÃticos
mexicanos que se sienten, con espÃrituÂ
patrimonialista, dueños del paÃs.Â
BuendÃa
simplemente nos dejo un testimonio de su época. Estoy seguro de
que en el siglo XXI se le leer como se lee hoy a Guillermo
Prieto, como se leer sin duda también aÂ
Carlos Monsiváis: como espléndido cronista del México
de su tiempo. Creo que BuendÃa, sin embargo, insistió
demasiado en que los errores eran de los hombres y no del sistema.
En su columna "Alfonso milagroso", por ejemplo,Â
remarca demasiado  lo anterior. Una columna escrita hace
seis años en relación con las elecciones presidenciales
de 1982, señala que Alfonso MartÃnez DomÃnguez,Â
el famoso Alfonso del 10 de junio de 1971, habÃa
cometido tropelÃas fraudulentas innecesariamente. Hoy sabemos con
más claridad que lo que falla en MéxicoÂ
no son sólo los hombres, es también el sistema.Â
Sin
embargo, los que seguiremos siendo lectores deÂ
Manuel BuendÃa le estaremos agradecidos, porque en estosÂ
retratos que nos ha dejado nos permite reconocer cómo,Â
además del sistema, le han fallado los hombres a México.Â
Yo
estoy seguro de que BuendÃa tendrÃa otro tono hoy enÂ
dÃa para juzgar a este gobierno monolito del queÂ
nos habla en Instantáneas del poder; otra manera para
hablarnos del hombre del antifaz, de la impunidad de quienesÂ
gobiernan, de los Legorreta, de los De la Madrid, de los Ortiz Mena.Â
Estoy
seguro de que BuendÃa harÃaÂ
hoy una crÃtica más enérgica delÂ
poder. Pero quienes intentamos encontrar el sentido
a los problemas de México, no lo hubiéramosÂ
podido hacer si no hubiese un BuendÃa allanado el camino
para que México sea una nación próximamenteÂ
democrática, libre y plenamente dueña de sus
recursos; y eso no ser posible hasta que hayamos  pasadoÂ
de  esa crÃtica  en los Â
espacios periodÃsticos a la acción.Â
El
ejemplo de BuendÃa de escribir con libertad es, creo,Â
la mejor de sus lecciones.
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